15 aniversario diáconos permanentes / Catedral de Monterrey / 08 de diciembre del 2017
Estimadas hermanas y hermanos, les agradezco que vengan a celebrar con nosotros este aniversario de nuestros hermanos diáconos. Nos toca hacerlo en esta fiesta de la Inmaculada Virgen María.
Cuántas imágenes de la Virgen María siempre están en referencia de su Inmaculada Concepción. Nada menos que la imagen de nuestra Señora de Monterrey es parecida a la imagen de la Inmaculada.
El misterio de la Virgen María es siempre para nosotros el misterio de la Iglesia. Lo que es la Virgen debe ser la Iglesia. La Iglesia tiene que parecerse a la Virgen María. Se fijan que en su imagen ella está sobre una luna, para indicar que ella junto con la Iglesia forman parte de ese misterio similar a la luna. Sabemos que la luna no tiene luz propia, refleja la luz del sol. Así también María y la Iglesia no tienen luz propia, la luz viene de Jesús. Ella no tiene luz propia, ella refleja la claridad que viene de Cristo y la Iglesia tiene que ser reflejo del Señor.
Uno de esos rayos que reflejan la luz del sol es el rayo del servicio. Cuando el ángel le anuncia a la Virgen María que será la Madre del Señor, después de ese diálogo en el que ella trata de comprender este misterio, ella dice, “ea aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38). Es decir, yo soy sierva, servidora del Señor.
“Diacono” significa “servidor”, el que sirve a la mesa, el que está disponible, el que tiene la alegría de atender a los demás como la Virgen María. Ella se confiesa esclava, y lo dirá en el Magníficat, cuando dice, “el Señor ha mirado la humildad de su esclava” (cfr. Lc 1, 48), siempre con ese sentido de servicio.
La Iglesia y, de modo sacramental, los Diaconos tienen que imitar a la Virgen María. Cristo dijo de sí, “yo no he venido a ser servido, sino a servir” (Mt 20,28). La Virgen María reflejó esta característica del Hijo de Dios. Él es el siervo, el esclavo, el Diacono y la Virgen María se asocia a esa tarea de Cristo, ser servidor de la humanidad, ser Diacono, servirnos la mesa, darnos de comer.
Como lo tiene que hacer el Diacono. La tarea de los diáconos consiste en servir a todos, dar el pan de la Palabra y compartir el pan material. Esos dos panes no deben ir separados. El que da el pan material, da el pan espiritual porque da la misericordia de Cristo, y el que da el Pan espiritual, sabe que debe compartir el pan material.
Estimados diáconos Félix, Donaciano, José y Gustavo, nunca se olviden que hace 15 años la Iglesia, por la imposición de manos del Obispo, los consagró para el servicio. Imiten a Jesús, servidor. Imiten a la Virgen María, la esclava del Señor, la servidora. También nosotros, porque los presbíteros también somos diáconos, eso no se borra. Fuimos ordenados diáconos e, inclusive, el Obispo cuando preside una misa solemne, se nos sugiere que, debajo de la casulla, se lleve la dalmática, para que tenga presente que es Diacono y servidor de la comunidad.
Ustedes, familia de ellos, ayúdenles, apóyenlos, denles buenos consejos, recen mucho por ellos, para que se mantengan siempre fieles a este servicio. Que la santísima Virgen María los proteja, los anime y los ayude a cumplir con el ministerio que la Iglesia les ha encomendado.
Son diáconos para toda la vida. El orden del Diaconado nos imprime carácter indeleble. Podemos dejar de hacer un servicio, pero somos diáconos siempre, eso no se borra. Por eso, los presbíteros seguimos siendo diáconos para siempre, in aeternum. Inclusive después de la muerte siguen siendo diáconos. Que Dios les ayude a servirle bien.