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La Cruz es escalera segura para llegar al Cielo

Inicio año de la juventud / Basílica de la Purísima Concepción / 4 de noviembre del 2017

Estimados jóvenes: gracias por venir a esta Basílica de la Purísima para que, de modo concreto, en esta Iglesia de Monterrey demos por iniciado este año de la juventud.

Quiero decirles las palabras del Evangelio: Amigo, sube más arriba (Lc 14, 10). En la parte trasera de la Cruz de esta Basílica se encuentra una imagen: una escalera. La parábola que Jesús nos presentó es una llamada a subir al Cielo. Pero esta subida solo se hace con la Cruz. Esta es la escalera para el Cielo, no hay otra.

“El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (v. 11). A ustedes, jóvenes, que con nosotros llevan la carga de la pastoral, el Señor hoy les dice esta palabra, “cedan el puesto a otros” (v. 9). Por supuesto, no les digo que ya dejen sus cargos. Quiero decir que hay otros más importantes que ustedes, hay otros más grandes que ustedes y yo. Dice San Pablo, “considera siempre al otro superior a ti mismo” (cfr. Flp 2, 3).

En el banquete de Jesús nosotros somos los servidores, nosotros no nos sentamos a disfrutar el banquete. Jesús mismo lo enseñó en el cenáculo, cuando Él mismo se quita la túnica y le lava los pies a los discípulos, y les dice, “lo que yo hago ustedes también deben hacerlo” (cfr. Jn 13, 14).

Jesús nos habló con el ejemplo de una boda, de una fiesta. Él veía cómo la gente se peleaba por los lugares más importantes y aprovechó para decirles esta parábola: no te sientes en el primer lugar, no sea que llegue alguien más importante que tú y quien te invitó te diga “vete a ocupar otro lugar”. Mejor, cuando te inviten ocupa el último lugar, para que cuando entre aquel que te invitó, te diga, “amigo sube más arriba”, y te verás más honrado entre todos los invitados (cfr. Lc 14, 8-10).

Esta parábola tenemos que aplicarla a la misión de la Iglesia y a la tarea de ustedes, jóvenes, en este año dedicado a los jóvenes de Monterrey. Tenemos que ocupar el último lugar, tenemos que aprender a ser servidores, a no querer otra cosa sino el bien de aquellos que son los invitados.

En una ocasión, Jesús dijo palabras muy duras. Les dijo a aquellos que se creían buenos, “les aseguro que en el Reino de Dios se les van a adelantar los publicanos y las prostitutas” (cfr. Mt 21, 31). Fíjense bien. ¿Quiénes tienen el lugar más importante en el banquete de Jesús? Los alejados, los que no tienen méritos propios ni los pueden presumir, pero que es necesario que se sienten a la mesa con Jesús.

Esa es la Pastoral Juvenil, eso vamos a hacer. Ustedes, los sacerdotes y yo vamos a llevar a la mesa a los jóvenes que no están con nosotros, a permitirles disfrutar de la cercanía de Jesús. Y esto solo se puede hacer si nos subimos en la escalera de la Cruz. Esta escalera que parece nos hará bajar porque es destrucción y muerte, pero que, en realidad, es un ascensor. La escalera es un ascensor de Dios. ¿Cómo vamos a servir? Dando la vida, dando el tiempo. Porque si no queremos dar nuestro tiempo, no vamos a servir.

Estimados jóvenes: con mucha esperanza vamos a arrancar este año de la juventud. Hay que llevar a muchos jóvenes al banquete con Jesús, a participar de la alegría de la boda, de la alegría del Evangelio, de la alegría de estar con el Señor. Pero tenemos que ocupar el último lugar para que el Señor, cuando así lo quiera, nos diga, “amigo, sube más arriba”. Pero primero tienes que ocupar el último lugar, tienes que irte hasta el último rincón. Ya saben cuál es el elevador, cuál es la escalera: la Cruz de Jesucristo. No hay otra manera de ascender y de alcanzar el Cielo. Así es que todos vamos a preparar el banquete con Jesús para los jóvenes de Monterrey.

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