Misa exequial sr. Octaviano Cervantes Perales, papá del Pbro. José Antonio Cervantes Treviño / Parroquia san Lucas Evangelista, Apodaca / 8 de octubre
Estimadas hermanas y hermanos, familiares y amigos de don Octaviano, estimados hijas e hijos, hermanos sacerdotes, estimados Padre Antonio:
Con muy buena disposición hemos venido a acompañarles para pedir por nuestro hermano Octaviano. Dios nos permite mirar los grandes contrastes entre Dios y nosotros. Él, Inmortal y Glorioso; nosotros, pequeños y mortales. Él, Santo y nosotros, pescadores. Él, lleno de amor y nosotros, ingratos.
Esta mirada contrastante nos ayuda para pedir perdón. A eso hemos venido, solidariamente, a pedir perdón. Don Octaviano, como ustedes y yo, somos pecadores. No merecemos el cielo, pero Cristo, nuestro Señor, vino a abrirnos la puerta para todos. Él dijo, “en la casa de mi Padre hay muchas habitaciones” (Jn 14, 2).
Esta es la gran verdad de la fe cristiana: que Dios te ama y que, más allá de nuestros méritos, nos regala lo que no merecemos. La gracia de Dios lo sobrepasa todo. Él es bondadoso, es buen amigo. La Palabra de Dios nos habla de ese agricultor que cuida de modo intenso la vid que él ha plantado.
Esta es la historia de la humanidad, una suma de ingratitudes, de contrariedades nuestras. Dios hace todo y le respondemos muy poco. Venimos a reconocer las inmensas gracias de Dios, su amor siempre presente que no falla, que espera, que siempre habrá oportunidades, que eso poquito que hacemos Dios lo ve como algo bien grande.
Este es el misterio de la salvación. Y por eso rezamos, porque reconocemos esa distancia entre Dios y nosotros, pero Cristo vino a acortar esa distancia. “La piedra que desecharon los constructores se ha convertido en la piedra angular, es un milagro patente” (Mt 21, 42). Cristo, aquel Hijo asesinado y maltratado, se convierte en causa de salvación para nosotros.
Por eso podemos decir que nuestro hermano descansa en la paz de Cristo. Nosotros venimos a pedir por él, para que, en todo aquello que falló, como lo hacemos todos, el Señor tenga misericordia de él. Su misericordia es inmensa que no podemos entender.
Que Dios tenga en su santa gloria a nuestro hermano Octaviano. Él está en paz, nosotros vamos a quedarnos en paz, porque sabemos en quién creemos Cristo. Toda nuestra vida debe ser una oportunidad de conversión de agradecer por su amor y alegrarnos de lo que hace por nosotros. Que Dios los bendiga.
