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La parroquia peregrina al encuentro con el Señor

Toma de posesión Pbro. Juventino Leal Sosa / Parroquia San José, La Noria, Apodaca / 31 de agosto del 2017

Quiero agradecer la presencia de todos ustedes hermanos, fieles laicos y agradezco la presencia de mis hermanos sacerdotes. Quiero agradecer, ante la comunidad, el servicio que ha prestado el padre Tereso. Agradezco el padre Juventino que, con mucho gusto, aceptó venir a compartir su fe con esta comunidad. Gracias a todos porque nos dan la oportunidad de tener esta experiencia de fe en la Eucaristía

La Palabra de Dios nos ha sugerido la misión de la Iglesia, de la parroquia, la tarea que tiene con ustedes el padre Tino. Hoy hemos oído uno de los rasgos más importantes de nuestra Iglesia. La Iglesia es peregrina, es decir, está en camino al Cielo. La comunidad cristiana de todos los siglos ha vivido esta emoción de esperar con alegría la venida de Cristo. En todas las Eucaristías le decimos al Señor “ven, Señor Jesús”. Siempre con la alegría de saber qué importante es para la comunidad encontrarse con el Señor. El apóstol San Pablo señala la alegría de ese encuentro, la alegría de saber que la comunidad es fiel a Jesucristo.

La parroquia es esa comunidad peregrina que quiere encontrarse siempre con el Señor Jesús, pero este encuentro es misterioso y repentino. Lo ha dicho Jesús en el santo Evangelio, la venida suya es como la venida de un ladrón quien no nos avisa que nos va a robar (Cfr. Mt 24, 43-44). Si un papá supiera a qué hora viene el ladrón estaríamos seguros que estaría atento para que no ocurriera. Jesús quiso llegar de manera repentina, como llega un ladrón de repente. Así en la vida de cada uno.

La llamada del Señor es repentina, nadie sabe cuándo ni cómo. Esta sensación que nos da la sorpresa del Señor, lejos de producirnos miedo, debe ser una llamada a vivir siempre con responsabilidad. Por eso comparó la vida de un cristiano a la de un administrador de una casa (v.45ss). Si supiera a qué hora va a venir su amo estaría haciendo bien las cosas. Puso el ejemplo de un mal administrador que, pensando que no llega el amo, se pone a golpear a los empleados y a no darles de comer, pensando que no pasará nada. La responsabilidad es una característica que debe acompañar la tarea de todos nosotros.

El Señor viene, “Maranathá”. El Señor nos pide ser una Iglesia que camina, peregrina, que no tiene aquí su casa definitiva, que sabe que su casa es como la de un campamento que es solo para descansar un poco y seguir adelante. Qué importante es la conciencia de responsabilidad de que somos administradores de la obra de Dios.

Agradezco su cariño al padre Tereso, al padre Tino. Quiero animarlos a tener siempre esta mirada de fe: saber que la comunidad es peregrina, que nada humano es definitivo, que siempre tenemos que estar invocando como la primera comunidad cristiana, “maranathá”, “Ven, Señor Jesús”, y vivir nuestra vida siempre con mucha responsabilidad, pero con alegría. Porque solo el que se porta mal va a tener la experiencia que dijo Jesús, “allá será el llanto y la desesperación”. Nosotros queremos lo contrario, alegría y esperanza, no llanto y desesperación” (v.51). Queremos lo contrario, alegría y esperanza; no llanto y desesperación. Gracias a la comunidad de San José por su cariño, su trabajo, su entusiasmo. Sigan siendo, como han sido hasta el día de hoy, muy buenos y dedicados a promover el Evangelio. Que Dios los bendiga y mucho ánimo.

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