En torno a una celebración eucarística, la Arquidiócesis de Monterrey conmemoró el 61 aniversario de la coronación de la Virgen del Roble, patrona de la ciudad y corazón espiritual de la comunidad católica regiomontana.
La Santa Misa, celebrada en la Basílica del Roble, reunió a fieles, sacerdotes, religiosas y autoridades eclesiásticas en un acto de fe y agradecimiento por la maternal intercesión de María a lo largo de generaciones.
Antes de iniciar la Eucaristía, se llevó a cabo un momento especial y profundamente eclesial: la develación del escudo pontificio del Papa León XIV, recientemente elegido como Sucesor de Pedro y Pastor de la Iglesia universal.
Este gesto simbólico expresa la plena comunión de la Iglesia en Monterrey con el Santo Padre, signo visible de la unidad de la Iglesia extendida por toda la tierra. La colocación de su escudo en la Basílica no es solo una tradición ni un adorno, sino una declaración pública de fidelidad y pertenencia al magisterio del Papa.
En la monición se señaló:
“En Monterrey, caminamos en la misma fe, bajo la guía del mismo Pastor universal. Este escudo es ya parte de nuestro espacio sagrado. Nos invita a orar por el Papa, a escuchar su enseñanza y a vivir en comunión con toda la Iglesia.”
La develación fue presidida por el Arzobispo de Monterrey, quien destacó el profundo significado de este acto dentro del marco de una celebración mariana tan significativa.
“Grabar el escudo del Papa en nuestra Basílica es también grabar su nombre en nuestra oración, en nuestra gratitud y en nuestro compromiso con la misión que él ahora encabeza, añadió el monitor.
Con fe, gozo y esperanza, la comunidad católica de Monterrey renovó su consagración a la Virgen del Roble y su fidelidad al Sucesor de Pedro, en una jornada que unió el amor mariano con la comunión eclesial.