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MISA EXEQUIAS DEL PADRE GERARDO JAVIER CÁRDENAS RODRÍGUEZ

En un emotivo acto de fe y comunidad, el Arzobispo de Monterrey presidió este sábado la misa exequial del padre Gerardo Javier Cárdena Rodríguez, celebrada en la parroquia de San Agustín, donde el padre sirvió durante 13 años con entrega pastoral y compromiso cristiano.

Con la presencia de numerosos fieles, familiares, sacerdotes y obispos, el Arzobispo dirigió una homilía profundamente sentida, en la que destacó la vida y el legado ministerial del padre Gerardo, subrayando su papel como pastor y guía espiritual en la comunidad.

“Agradezco al Señor la vida y el ministerio sacerdotal de Gerardo. Me uno a los sentimientos de todos ustedes, quienes lo conocieron, trataron y fueron amados y respetados por él”, expresó el Arzobispo al inicio de su mensaje.

Durante la homilía, el Monseñor Cabrera enfatizó la vocación del sacerdote como servidor del Evangelio y acompañante del pueblo en su camino hacia Dios. Inspirado en la lectura del día, reflexionó sobre el llamado de San Pablo a evangelizar en Macedonia, comparándolo con la misión que Dios encomendó al padre Gerardo: anunciar la Buena Noticia del amor incondicional de Dios.

“Evangelizar es descubrir el amor de Dios. Es ayudar a cada persona a encontrarse con el Señor, a darle sentido a su vida y a mirar con esperanza hacia la eternidad”, afirmó.

En otro pasaje de su mensaje, el Arzobispo habló sobre la vocación sacerdotal como una consagración para servir. Recordó que, al igual que Jesús apartó a sus discípulos para una misión especial, también el padre Gerardo fue “reservado por Dios” para llevar esperanza y consuelo a su comunidad.

“Dios no separa a los sacerdotes porque sean mejores que otros, sino porque necesita que algunos le ayuden a llevar al mundo su mensaje de salvación. El ministerio sacerdotal es una responsabilidad que implica aceptación, pero también rechazo. Aun así, siempre confiamos en Dios”, señaló.

Frente al féretro del padre Gerardo, el Arzobispo hizo un llamado a la gratitud y al perdón, pilares de la misa exequial, y destacó que el cuerpo humano, en vida y en muerte, debe ser siempre tratado con dignidad, como templo del Espíritu.

“Agradecemos todo el bien que Dios hizo a Gerardo y, al mismo tiempo, todo el bien que Gerardo hizo a la comunidad cristiana. Nos despedimos con esperanza, porque creemos en la resurrección y en la vida eterna”, concluyó.

Al finalizar la homilía, el Arzobispo pidió a los asistentes conservar el recuerdo del padre Gerardo como un testimonio de fe y servicio, y encomendó su alma a la misericordia de Dios, recordando que todos los seres humanos, con nuestras debilidades y pecados, confiamos en el amor ilimitado del Señor

“EL AMOR NO TIENE CADUCIDAD”: MENSAJE DE DESPEDIDA DEL PADRE GERARDO FLORES CÁRDENAS

En un momento emotivo, al finalizar la misa exequial del padre Gerardo Javier Cárdenas Rodríguez, celebrada en la parroquia de San Agustín, el padre Gerardo Flores Cárdenas, primo del sacerdote fallecido, compartió unas palabras llenas de afecto, gratitud y esperanza.

En su mensaje, el padre Flores recordó la entrañable relación que lo unía con su primo, destacando que, aunque por la diferencia de edad muchos pensaban que era su tío, en realidad siempre fueron primos muy cercanos. “Siempre me decían que era mi tío por las edades, ¿verdad? Pero siempre fuimos primos”, expresó.

Reveló que el padre Gerardo Javier fue su padrino de bautizo, y que su madre lo eligió con la intención de que el nombre Gerardo Javier perdurara, ya que, al ser sacerdote, no tendría hijos. Ese deseo se cumplió: Gerardo Flores lleva su nombre y también siguió el camino del sacerdocio, al igual que otro hermano suyo, haciendo del padre Gerardo Javier el primero de una generación de vocaciones en la familia.

Con un tono íntimo y reflexivo, el padre Flores relató diversas anécdotas de su infancia y juventud junto a su primo y padrino. Lo describió como un hombre “auténtico, inteligente y siempre sincero”, incluso cuando su carácter fuerte implicaba correcciones o “coscorrones” fraternales. “Nunca dejó de ser él, y esa es una virtud. Aunque a veces algunos… nos caía bien, y a veces no tanto, pero siempre fue sincero, directo, sin rodeos”, recordó entre sonrisas.

Narró también cómo las Navidades eran momentos especiales con su padrino, quien cada año le regalaba una monedita —las cuales aún conserva— y le brindaba palabras de aliento y cercanía, aunque no se vieran con frecuencia.

“Por más que me quiero poner triste por la muerte de Gerardo, apenas empiezo a pensar ‘Ah, se me fue El Padrino’, y me acuerdo de algún acontecimiento que se le ocurría a él… y me alegra el momento. Hasta el día de hoy”, confesó conmovido.

Uno de los momentos más recordados fue un poema que el padre Gerardo Javier declamó en una reunión familiar navideña, dejando una impresión duradera en su sobrino, que en ese momento pensó: “Este sacerdote no está aburrido”. Ese instante marcó el inicio de una admiración permanente.

En su mensaje final, el padre Flores dejó una reflexión profunda que resume el legado del padre Gerardo Javier:

“Siempre va a doler separarte de un amigo, de un compañero, de un hermano, de un primo. Pero cuando alguien deja ese legado de alegría, de vivir intensamente, sabes que cuando el alma deja el cuerpo, esa intensidad sigue. El amor no tiene caducidad. De aquí al cielo”.

Cerró su mensaje diciendo con firmeza:“Que en paz descanse el primo”.

Las últimas oraciones fueron realizadas por Monseñor Alonso Garza Treviño, Obispo emérito de Piedras Negras quien fue compañero de formación del padre Gerardo Cardenas Rodriguez.

Al finalizar la celebración la comunidad reunida, despidió al padre Gerardo acompañado de un mariachi honrando la memoria de un sacerdote que dejó huella no solo en su parroquia, sacerdotes y seminaristas, sino también en el corazón de su familia y de todos los que lo conocieron.

 

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