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Solemnidad de Corpus Christi

Solemnidad de Corpus Christi en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, Escobedo – 15 de junio de 2017

Estimados fieles, quise con motivo de esta solemnidad de Corpus Christi, fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, venir a celebrarla con ustedes.

Esta fiesta de Corpus Christi, palabra latina que quiere decir “Cuerpo de Cristo”, se celebra normalmente el jueves posterior al domingo que se celebra la Santísima Trinidad, pero cuando las circunstancias lo exijan se puede celebrar el domingo siguiente; en México, los obispos pidieron que en lo posible lo celebráramos el jueves, primero porque en nuestras comunidades hay la bonita tradición de celebrar la Hora Santa recordando el Jueves Santo, como ustedes saben el Jueves Santo nosotros celebramos la institución de la Eucaristía, por ello todos los jueves los consideramos Sacerdotales y también Eucarísticos. Así pues, este jueves es la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

A lo largo del año tenemos otras solemnidades, las principales ya las saben: Navidad, Domingo de Resurrección en Semana Santa y Pentecostés, son las tres grandes solemnidades y muchas otras fiestas; también algunas de la Virgen María como su maternidad el primero de enero, el quince de agosto su Asunción y el ocho de diciembre su Inmaculada Concepción.

Hoy es día solemne, ustedes saben que hoy nos obliga a todos venir a la Eucaristía, y como una señal de que es solemnidad traigo esto que parece corbatín, se llama Palio, solo lo usan los arzobispos en las fiestas solemnes; el Palio tiene unos clavos para significar los clavos de la Pasión de Cristo, dice la tradición que a Cristo lo crucificaron con tres clavos: uno en cada mano y otro en sus dos pies; el Palio, además, es para significar la unidad que debe de tener la Iglesia con el Papa, porque el Palio a uno se lo entrega directamente el Papa.

Quiero destacar solo dos pensamientos por la fiesta de Corpus Christi. La Eucaristía siempre hace referencia a este lugar: el altar. Es el lugar más importante en la Iglesia, aunque todos son importantes, ahí donde se lee la Palabra de Dios se llama ambón y es importante; pero el altar es el central, el punto más importante porque este es altar y es mesa. Dos significados, altar del sacrificio, que nos obliga a remontarnos al único e irrepetible sacrificio de Cristo en la Cruz, al ver este lugar inevitablemente pensamos en la Cruz de Cristo, en su sacrificio, porque aquí haremos el memorial de su sacrificio; por eso cuando terminan las palabras de la consagración el sacerdote dice: “este es el misterio de nuestra fe” y nosotros contestamos: “anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección, ¡ven, Señor Jesús!”. Es pues el altar del sacrificio, pero también es la mesa del banquete Pascual, por eso en algunas iglesias el altar tiene una forma más parecida a mesa. Eso es la Misa, el memorial del sacrifico de Cristo, lo decía hoy san Pablo “cada vez que ustedes comen el Cuerpo de Cristo y beben su Sangre, anuncian la muerte del Señor hasta que vuelva. Pero también es la mesa del banquete Pascual y por eso en esta mesa se ponen el pan y el vino, que nos recuerdan aquel sacrifico que hizo Melquisedec, como lo escuchamos en la primera lectura, Melquisedec hizo en el altar el ofrecimiento de pan y vino, por eso después de la lectura oímos el salmo que dice: “tú eres sacerdote según el orden de Melquisedec”, ya saben quién es Melquisedec, fue el rey de Salém, el primer sacerdote que ofreció, anunciando este banquete Pascual, pan y vino, y ustedes saben que el pan significa el Cuerpo de Cristo y el vino significa su Sangre, cada vez que nos reunimos en este altar, en torno a esta mesa Pascual, a este banquete Eucarístico, nosotros hacemos la memoria del hecho más importante de nuestra fe, por eso dice san Pablo: “nosotros no anunciamos otra cosa que a Cristo crucificado”, siempre anunciamos, eso se anuncia en el ambón, pero también se anuncia aquí en la mesa y sobre todo cuando ustedes se están comunicando, porque lo que aquí se celebra es para ustedes, es para nosotros que somos el pueblo de Dios.

La Eucaristía se hizo para nosotros, aunque somos pecadores Cristo ha querido ser nuestro alimento. Qué bueno que quienes lo recibieran fueran personas perfectas, pero no es así, Cristo vino al mundo por nosotros los pecadores, y claro, siempre para comulgar le pedimos perdón y Él nos da la gracia, pero tenemos esta naturaleza humana siempre propensa al pecado, y a pesar de eso el Señor viene a nosotros y se convierte en alimento. Al principio de la Misa decimos: “he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión”, nos reconocemos pecadores. Cristo quiso ser alimento para nosotros, aunque es pan de ángeles, es sobre todo pan de viajeros, de nosotros que caminamos en este mundo y por eso es como un viatico, es como un alimento para los que caminamos en el mundo para no desfallecer, el Señor dijo que el que come su Cuerpo tendrá vida eterna.

Hoy escuchamos el Evangelio que narra la multiplicación de los panes, ¿por qué Cristo multiplicó los panes?, para que la gente lo comiera, dice el texto que: “eran cinco mil hombres sin contar mujeres y niños” y alcanzó para todos, porque el Señor quiso ser alimento para nosotros, los ángeles no comulgan, sólo nosotros los hombres, los seres humanos, porque Cristo tanto nos ha querido que se hizo hombre por nosotros los pecadores y quiso ser de nuestra compañía y nuestro alimento, y por eso siempre estamos contentos con Jesús porque, como dice el autor de la carta a los Hebreos: “no le dio vergüenza llamarnos hermanos”, tanto Dios amó al mundo que le dio a su Hijo único para que pudieran salvarse, Él no iba a condenar, iba a salvar. La multiplicación de los panes fue un adelanto, una profecía de lo que hoy estamos celebrando: esta fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Estimados hermanos, aprecien mucho la Eucaristía, acérquense a la reconciliación, no desperdicien este don tan grande que nos regala el Señor, y si por alguna razón seria no podemos comulgar, siempre hagamos un acto de fe y hagamos nuestra comunión espiritual diciéndole a Jesús que quisiéramos comulgar pero como no lo podemos al menos que venga espiritualmente a nuestro corazón; pero también podemos adorarlo en la reserva Eucarística, o como hoy lo haremos en esta pequeña procesión también le vamos a ofrecer nuestra adoración. Pidan ustedes por mí y por los sacerdotes para que tengamos fe en la Eucaristía, presencia real de Jesús, pero también nosotros pedimos por ustedes para que ustedes también tengan la fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo.

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