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A Dios le pedimos que nunca nos falte casa, vestido y sustento

Fiesta Patronal capilla Divina Providencia, parroquia San Rafael Arcángel – 10 de junio de 2017

Me da mucho gusto estar con ustedes en la tarde anterior por la víspera de la fiesta de su capilla. Toda la Iglesia está celebrando la solemnidad de la Santísima Trinidad, este misterio de la Santísima Trinidad en su Divina Providencia, porque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo siempre velan por nuestro bien, a ellos siempre los imploramos, sabemos que Dios es un Dios de amor, que se compadece, que es clemente, que es misericordioso, que es leal en el amor. Por eso confiamos en Él y le pedimos siempre su Divina Providencia. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo siempre cuidan de todos nosotros.

¿Qué es lo que le pedimos a Dios en su Divina Providencia? que nos dé casa, vestido y sustento. No le pedimos otra cosa que lo necesario. Decía el Señor Jesús, y lo repiten los apóstoles, entre ellos el apóstol Santiago, “¿por qué Dios no les concede lo que piden?” porque piden cosas que no son para su bien. El Señor provee, eso quiere decir providencia, el provee de lo necesario a sus hijos. Hay un dicho mexicano que es muy cierto “a Dios rogando y con el mazo dando”, es decir, que nosotros imploramos la misericordia Divina, le pedimos lo que necesitamos, pero al mismo tiempo hacemos lo que nos corresponde y, ¿qué nos corresponde? vivir en armonía, vivir en paz.  Hoy decía san Pablo “vivan en paz, dense el saludo de la paz, porque las necesidades se hacen mayores cuando no tenemos armonía y paz, cuando perdemos la tranquilidad del corazón; qué difícil es trabajar cuando uno trae problemas, qué difícil es cuidar lo que tenemos en casa cuando estamos enojados, qué difícil es poder vestir correctamente y cuidar nuestra ropa si no estamos tranquilos.

Mucho de nuestro bienestar viene de estar en paz con Dios y con nosotros. Dice san Pablo “vivan en paz y armonía, y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes”. Hay que procurar siempre la armonía y la paz, porque donde hay violencia y guerra no hay para vivir, nos empobrecemos más, perdemos lo poco que tenemos. Hoy imploramos la misericordia de Dios, su Divina Providencia, cada uno de ustedes sabe lo que le hace falta: un hogar donde vivir, pídanle a Dios si no tienen la comida necesaria, pídanle a Dios si no tienen la ropa que necesitan, pídanle a Dios pero al mismo tiempo hay que procurar alcanzarlo, vivir en armonía y vivir en paz. En una casa, en una familia donde se pelea mucho no rinde nada, no se puede compartir, cada uno va a “rascarse con sus propias uñas”, pero cuando hay armonía, cuando hay paz, también nos ayudamos unos a otros, nos animamos mutuamente, como dice hoy el apóstol “anímense unos a otros, anímense mutuamente, estén alegres y trabajen”. Son las recomendaciones que nos hace el Señor, estén alegres, trabajen, anímense mutuamente, vivan en paz y armonía, ese es el panorama que Dios nos pone pero esto es posible cuando todos ponemos lo que está de nuestra parte. ¿De qué serviría que uno de la familia quiere vivir en paz y los otros no lo permiten; de qué serviría hacerle la lucha si otros destruyen lo que consigue?

Tres cosas bien importantes: alegría, trabajo y armonía. Nos hacen falta a todos, aquí en sus casas y en la de muchas familias que viven en nuestra Arquidiócesis, pueda ser que alguien este rico pero no es alegre ni vive en armonía. Hoy le pedimos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo su Divina Providencia, que nos regale lo que necesitamos,  ¿cuántas personas no tiene lo básico aquí cerca de ustedes un hogar, qué comer, qué vestir? Hay que ayudarnos, hay que colaborar unos con otros, nadie es tan pobre que no pueda darle un poquito al otro, ni tan rico que no necesite de los demás. Dios es amor y Él quiere que nosotros, que hemos sido creados a su “imagen y semejanza”, tengamos caridad con los demás. Qué grandeza, ustedes y yo nos parecemos a Dios y ¿en qué nos parecemos? en que amamos, ese es el parecido de un ser humano con Dios: los animalitos, si los tratamos bien nos tratan bien; a un perrito si les damos algo de comer lo agradecen, están contentos, pero nosotros tenemos algo muy grandioso, que podemos amar incluso a nuestros enemigos, que podemos perdonar, esto es propio de Dios. Dice hoy el libro del Éxodo “Yo Soy el Señor, soy un Dios, compasivo, clemente, paciente, misericordioso y fiel, ese es el Dios en el que creemos, es el Dios al que nos parecemos o debemos parecernos, por ello san Pablo tiene razón y nos dice “hay que vivir en armonía, en paz” porque así nos parecemos a Dios. Esa es nuestra vocación, esa es nuestra misión.

Es cierto, comprender el misterio de Dios supera nuestra inteligencia, no podemos imaginarlo, pero que beneficio de nosotros que Dios nos ha querido mostrar quién es, por eso en el prólogo que leemos dice “a Dios nadie lo ha visto jamás, sólo Cristo, el Unigénito, lo ha visto y el nos ha contado”. Lo que ustedes y yo sabemos del misterio de la Santísima Trinidad lo sabemos por el Señor.

Qué alegría tener esa certeza del misterio de Dios que nos ama, que nos ha salvado, que nos santifica. A Él, con mucha confianza, cada uno en su necesidad y en sus problemas pídale a Dios, pero también todos vamos a hacer la lucha de no ser tan malos, todos tenemos que hacer la lucha de vivir en armonía, de procurar la paz, de hacer todo lo posible por no responder con violencia cuando nos molesten. Es el Dios en el que creemos, es el Dios que se nos ha revelado, es el Dios al cual nosotros queremos. No olviden que hoy venimos a honrar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, pero queremos implorar su Divina Providencia para que no nos falte casa, vestido y sustento, y los que tenemos un poco más vamos a compartir. Espero que siempre haya corazones buenos que compartan con el que menos tiene. Si nos parecemos a Dios también nos parecemos en su Divina Providencia.

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