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Vamos a pedirle al Espíritu Santo: convénceme de que Cristo me ama

Confirmaciones Instituto de Educación Naciones Unidas – 3 de junio de 2017

Estimados niños que hoy recibirán el sacramento de la confirmación, papás y padrinos, gracias por estar aquí en esta celebración Eucarística, en la que prácticamente estamos en la víspera de la fiesta de Pentecostés que comenzará hoy a las seis de la tarde. Gracias a los hermanos sacerdotes por estar aquí con nosotros pidiéndole al Señor por estas niñas y niños.

Quiero comentar un poco la Palabra del Evangelio. Seguramente llamó la atención esa respuesta que Jesús le dio a Pedro “si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme”. Estas palabras las aclaró el evangelista, no dijo que no debía morir, sino dijo “si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?”, es un mensaje cifrado que hay que interpretar con mucho tino. ¿A qué se refiere Jesús? se refiere a ustedes y se refiere a mí. La Iglesia tiene una continuidad, no terminó con los doce apóstoles ni con la muerte y Resurrección de Jesucristo, sino que continúa hoy, como aconteció hace dos mil años. Es gracias al Espíritu Santo, dos mil años en los que, a pesar de todo, de los defectos y problemas que generamos los seres humanos, sigue adelante el plan de Dios, el proyecto de Jesús; que haya gente que Él ama y que también ama a Jesús, porque el pasaje estaba hablando del discípulo amado, el amor de Cristo sigue hoy en favor nuestro, hoy somos nosotros los discípulos a quienes el Señor quiere mucho. El Señor tanto nos quiere que nos da lo más importante que puede desear el ser humano: su cariño y su amor.

Ustedes papás lo entienden muy bien. No basta con darles a sus hijos lo material, ni siquiera una educación bien realizada, con muchas capacidades, que sus niños sepan muchas matemáticas, física, muchos idiomas, todo eso que un papá le quiere dar a su hijo; pero hay algo que le da sentido a todo esto, y eso es el amor, el cariño, a nadie le basta recibir algo si esto no va acompañado con una actitud afectiva de cariño. Por eso Jesucristo no nos dio sólo su Palabra, su Evangelio que es bellísimo, sino que quiso regalarnos su Espíritu, es decir, su amor; de una manera misteriosa, a veces parece invisible, que no se puede tocar, pero que está ahí, por eso se comparó la presencia del Espíritu al oxígeno, al aire, eso significa en lengua griega “pneuma”. El Espíritu Santo es algo así como el aire, ahorita aquí no podemos tocar el aire, pero sabemos que si en un momento nos encerraran aquí y no penetrara el oxígeno por ningún lado ustedes y yo moriríamos; el aire no se ve, no se toca, pero se siente, y se siente cuando hace falta. Así pasa con el amor, el amor parece una realidad tan normal, es tan normal que mi papá o mi mamá me quiera, que tenga amigos y que haya personas que se preocupan por mí, pero cuando falta o cuando uno piensa que le falta hay una crisis y puedes decir “me quiero morir”, porque no se siente el afecto y el cariño.

Quiero animarlos a ustedes papás y padrinos a buscar eso que no se toca y que no se ve, esas son las realidades espirituales. La escuela, este instituto, tiene como primera tarea darles las herramientas de información, pero hay algo que también la escuela quiere agregar y que es un plus, aunque alguno no quiera darle valor suficiente, y eso es la vida espiritual. Me da gusto celebrar en esta escuela la Eucaristía, más aún me alegra compartirles a ustedes el regalo de Dios, y decirles “Dios te quiere mucho, es tu amigo y quiere que te sientas amado”.

Papás y Padrinos, nunca olviden que la vida humana tiene un término, que no solamente nos preparamos para los primeros cuarenta, cincuenta, o sesenta años de vida, sino que también nos preparamos para la eternidad, para el cielo. La formación, la educación, por eso siempre es trascendente, y en este colegio no sólo les hablarán de esta ruta corta, en esta vida en la que hay que prepararse y ser buenas personas y buenos cristianos, también es competencia de este colegio que los preparen para el cielo, para la eternidad. Si uno mira ese horizonte que nunca termina, esta etapa humana será vivida en plenitud, será vivida con amor y para amar.

Quiero invitarlos, a propósito de este momento tan importante que es su confirmación, a hacer un acto de fe, hay cosas que no controlamos y que nos superan, esos son verdaderos milagros, ustedes pueden darles todos los insumos a sus hijos pero hay algo que ni ustedes ni yo podemos regalar, y eso es el amor de Dios, el Espíritu Santo, que hay que pedir todos los días pero hay que recibirlo de modo sacramental en la confirmación.

Que Dios los bendiga a cada uno de ustedes y a sus familias, que bendiga a estas niñas y niños que comienzan su misión aquí en la tierra. Vamos a pedirle al Señor para que sean buenas personas y, en este mundo tan complicado y sorpresivo, les permita vivir bien; para que sean personas de bien, que puedan realizarse y ayudarse mutuamente, pero también que no dejen de pensar en Dios, que no dejen de pensar en el cielo. La vida es corta, ustedes, los mayores de edad, saben que el tiempo corre como el agua, no podemos eludir el final de nuestra historia, estemos no con temor o miedo irracional, sino con la certeza que sólo da el Señor, el Espíritu Santo nos convence de que Dios nos ama y esto es lo que hoy le vamos a pedir al Espíritu Santo: convénceme de que Cristo me ama.

 

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