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DISPOSICIONES GENERALES SEMANA SANTA 2020

Estimado Pueblo de Dios que peregrina en la Arquidiócesis de Monterrey,

¡la paz esté con ustedes!

“… si hay una exhortación en nombre de Cristo, un estímulo de amor,
una comunión en el Espíritu, una entrañable misericordia,
colmen mi alegría, teniendo un mismo sentir, un mismo amor,
un mismo ánimo y buscando todos lo mismo.
No hagan nada por ambición o vanagloria, sino con humildad,
considerando a los demás superiores a uno mismo,
y sin buscar el propio interés sino el de los demás.
Tengan entre Ustedes los mismos sentimientos de Cristo.”
Flp 2, 1-5.

Las palabras de San Pablo están llenas de una gran compasión originada en su fe en Cristo. Cuando la escribió estaba en la cárcel, muy dolido por no poder realizar la tarea de la evangelización. Pablo, en este pasaje, no habla con doctrina, sino desde el corazón, recordando a los filipenses la humildad que debe prevalecer en cada cristiano ante las dificultades de la vida y de la evangelización.

Nosotros, Obispos sucesores de los Apóstoles, hoy nos encontramos en una situación en la que podemos experimentar sentimientos semejantes: compartimos con todo el Pueblo Santo de Dios el dolor de no poder celebrar juntos la Eucaristía, la preocupación de los catequistas por la continuidad del acompañamiento a los niños y niñas para su Primera Comunión y Confirmación, y de quienes se preparan al Matrimonio, la desilusión de tantos grupos misioneros que estaban ya preparados para las misiones de Semana Santa, el aplazamiento de las celebraciones de Bautismo y Matrimonio, el impedimento para ingresar a los hospitales y las dificultades para atender a los enfermos y las celebraciones de exequias, la preparación de la Fiesta de la Pascua… todos, fieles, miembros de la vida consagrada, sacerdotes y obispos, estamos con un sentimiento de cierta impotencia, ¿así se sentiría San Pablo al escribir desde la cárcel?

El corazón se inquieta al escuchar con compasión cristiana las noticias que llegan desde otros países en cuanto al dolor por los enfermos que no se alcanzan a atender, las personas fallecidas, muchas solas, sin auxilio médico ni espiritual, el dolor de los deudos, el temor de ser contagiado y no contar con la ayuda necesaria; la crisis económica que se vive y que continuará agravándose, la perplejidad de muchos que piensan que no pasa nada o que a mí no me va a tocar… ¡tanta información estresante! Muchos están angustiados. Pero escuchemos a Pablo: “una exhortación en nombre de Cristo, un estímulo de amor.” Cristo es nuestro Redentor, se despojó de su condición divina y vino a mostrarnos la fortaleza de su amor, muriendo en la Cruz.

Cristo Crucificado siente con su pueblo el dolor que le aqueja, no está lejano, está aquí, a nuestro lado. Quiere atender el sufrimiento de cada ser humano, de la forma particular en que cada uno lo experimenta. Su corazón es misericordioso, solidario con el ser humano: Él buscará la manera de dar consuelo a cada uno. Obra con mansedumbre, obra con humildad ante el sufrimiento humano. San Pablo dice: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo.” Cristo redime al ser humano, redime lo que ha vivido y lo que cree, lo que piensa y lo que siente, lo que planea y lo que espera. El hombre redimido en Cristo y al mismo tiempo poseedor de los dones del Espíritu Santo, puede pedir a Dios la luz para comprender, la valentía para proponer y la fortaleza para actuar creyendo y amando; como hermanos el Espíritu Santo nos convoca, nos reúne. Hermanos, en medio de esta exigencia presente, tengamos los mismos sentimientos de Cristo, Él es nuestra salvación, nuestra gloria, para siempre.

Nos llena de esperanza ver al pueblo en general acatando las disposiciones de prudencia de las autoridades y de los expertos: les agradezco a todos esta obra de caridad de pensar en el bien de los otros. Nos anima la fe del pueblo que se encomienda y pide a Dios por todos: gracias por vivir su sacerdocio común intercediendo por toda la humanidad. Nos admira la entrega de tantos agentes de la salud entregados en todo el mundo, pero sobre todo de nuestros agentes de salud de aquí entre nosotros que están dispuestos a atender siempre, para ellos nuestra admiración, respeto y disposición a ayudar: gracias por continuar haciendo milagros en nuestros días. Nos empujan con aliento, los gestos de cariño y solidaridad que muchas personas realizan por iniciativa propia o en comunidad, desde su fe en Cristo o desde su propia nobleza humana, para atender al necesitado: gracias por continuar siendo una Iglesia en salida y misionera. Sabemos que se nos viene una crisis económica y seremos probados una vez más en la justicia y solidaridad: pediremos a Dios sus dones y al mismo tiempo agradecemos a todas las autoridades, especialmente al Ciudadano Presidente de la República y al Ciudadano Gobernador, su trabajo en este tiempo de crisis. Pero ya desde hoy muchas personas han mostrado el cariño hacia los demás y la corresponsabilidad en la salud de todos: gracias a todas las personas de buena voluntad pues todos juntos, independientemente de la fe personal, podemos hacer un mundo mejor.

Como pastores de una Iglesia misionera y en salida, nos llena de esperanza ver tantos agentes de la pastoral de la Iglesia redoblar esfuerzos y buscar la manera de estar cercanos al santo pueblo de Dios. Sacerdotes confesando en los patios con sana distancia, exponiendo el Santísimo en espacios abiertos o llevándolo por las calles permitiendo la adoración por parte de los fieles, atendiendo a los enfermos al menos haciendo llamadas y ofreciéndoles la oración y el ofrecimiento en la Eucaristía, la solicitud de muchos para ayudar a los fieles a dar nuevas fechas a sus celebraciones, las cadenas de evangelización, de oración y solidaridad a través de redes sociales, el esfuerzo por transmitir las Eucaristías en vivo… ¡tantos gestos loables de nuestros hermanos sacerdotes! Les agradezco su entrega y los exhorto a hacer todo lo posible por estar cerca de sus feligreses, en cada comunidad sin exponer ni comprometer la salud de los mismos fieles. Aprovechemos los medios a nuestro alcance para dar consuelo, según los sentimientos de Cristo. Cuidemos que nuestra presencia en las redes sociales sea la presencia de un verdadero Pastor, no como influencers con alzacuello, predicadores de sí mismos, ansiosos de reconocimiento, sino como sacerdotes de corazón sencillo, espíritu humilde, sensibles a la circunstancia, al momento, a las personas. Que todos, consagradas y consagrados, tengamos los mismos sentimientos de Cristo en la Cruz y sea el mismo Crucificado quien nos inspire, conforte y acompañe en nuestra vida y en nuestro ministerio de consolación.

DISPOSICIONES SEMANA SANTA

Quiero presentarles las disposiciones generales para la Celebración Anual del Misterio Pascual de Cristo en la Semana Santa de 2020.

Considerando la decisión tomada por el Papa Francisco y hechas públicas por la Prefectura de la Casa Pontificia de celebrar la Semana Santa sin presencia física de fieles y las disposiciones dadas por al Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Decreto En tiempo de Covid-19 (II), del 25 de marzo de 2020, y habiéndolo dialogado con mi Consejo Episcopal y el Secretario de Pastoral Litúrgica he tomado las siguientes decisiones respecto a las celebraciones del Triduo Pascual y de la Semana Santa en general:

1. Un Servidor, como Pastor de esta Iglesia local, celebraré en la Iglesia Catedral, según el horario que se anexa, y mis Obispos Auxiliares en la Basílica Menor o Santuario en donde habitualmente celebran la misa dominical, concelebrando con ellos los sacerdotes que ahí ejercen su oficio y asistidos por los diáconos que ahí prestan su servicio.

2. Cada párroco o rector de una iglesia celebrará en la iglesia parroquial o la iglesia que rige. Los sacerdotes vicarios o capellanes o colaboradores, guardando la debida distancia, concelebrarán con sus párrocos o rectores. Los diáconos podrán asistir durante la misa a los sacerdotes en las comunidades donde han sido asignados. Los seminaristas podrán auxiliar a los sacerdotes en las misas de sus comunidades parroquiales.

3. Se acatarán las disposiciones litúrgicas dadas por la Congregación para el Culto Divino y la Doctrina de los Sacramentos en el Decreto En tiempo de Covid-19 (II) que se anexa a este decreto.

4. Como el mencionado decreto lo señala, las comunidades religiosas deben atender las indicaciones ahí dadas y establezco, para las asociaciones públicas de fieles y comunidades religiosas de derecho diocesano, que prevean lo necesario para las celebraciones, acatando las disposiciones litúrgicas y de salud.

5. El Domingo de Ramos podrán bendecirse ramos para los fieles de las comunidades, quienes oportunamente y con las precauciones debidas podrán pasar a las oficinas parroquiales o sacristías a recogerlos.

6. He pedido a tres sacerdotes de diversas edades y diversos estilos de vida (un religioso, un diocesano y un miembro de una asociación pública de fieles) dirigirnos sendas predicaciones, como preparación a la vivencia del Triduo Pascual. Esta predicación será transmitida lunes, martes y miércoles de la Semana Santa por los canales digitales de nuestra Arquidiócesis.

7. La misa crismal, si es posible reunir a los sacerdotes, se celebrará en la Fiesta de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, en caso contrario ese día realizaré la bendición de los óleos durante la celebración privada de la misa.

8. El Jueves Santo, a petición de los fieles, podrán encenderse velas en nombre de las familias de las comunidades ante el Santísimo Sacramento, los fieles podrán pasar por ellas oportunamente a la oficina parroquial o sacristía.

9. Vigilia Pascual. En cuanto a los Cirios de Pascua, los párrocos podrán disponer, donde sea posible, los pequeños botes con agua bendita, otorgar una fórmula de bendición, con una breve catequesis, para que cada familia pueda pedir la bendición a Dios para su cirio en la celebración en familia de la Vigilia Pascual. Las familias podrán recoger estos elementos en tiempo oportuno en las oficinas parroquiales o sacristías.

10. Si bien los canales digitales de nuestra diócesis transmitirán las celebraciones desde la Iglesia Catedral, cada párroco o rector podrá transmitir la propia celebración para congregar de alguna manera a los fieles de su comunidad, pero esta transmisión deberá ser en vivo.

Celebremos esta Semana Santa 2020 con los mismos sentimientos de Cristo. Pidamos que nos dé fortaleza y prudencia para vivir una Cuaresma ardua, en medio de grandes privaciones para todos nosotros, tanto personal como comunitariamente, pero que nos están preparando para vivir con mayor intensidad y un gran significado el Triduo Pascual y las fiestas de la Pascua Florida de Resurrección.

Confiando el bien de nuestra Iglesia diocesana y toda la humanidad a la intercesión del Venerable Padre Raymundo Jardón y de la Santísima Virgen del Roble, pido a Dios aleje pronto de nosotros toda tribulación y nos de la caridad necesaria para acompañarnos, como manifestación de su providencia y amor, unos a otros en estos tiempos de dificultad.
¡Virgen Santísima del Roble, cúbrenos con tu manto!

+ Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey

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