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San José es nuestro Padre, porque somos hermanos de Jesús

Seminario Arquidiocesano de Monterrey – 1 de mayo de 2017

Estimadas hermanas y hermanos fieles laicos, seminaristas, hermanos sacerdotes, hermano obispo. Con mucha alegría me uno al Seminario en esta ofrenda de gratitud a san José. Le agradecemos a él los cuidados de la familia de Nazaret, le agradecemos su fe inquebrantable, le agradecemos su paternidad, le agradecemos sus sueños vividos y realizados. Todo Seminario sabe que en san José tiene una grande inspiración. La Iglesia lo ha nombrado patrono universal de las Vocaciones y los Seminarios. Él es el custodio del Redentor. En esta fiesta de san José obrero, de san José trabajador, también para todos nosotros es un estímulo para caminar en nuestra formación inicial y permanente, en nuestra formación de todos como discípulos y misioneros de Cristo.

Al considerar este atributo de san José viene la pregunta del Evangelio hacia Jesús, su hijo: “¿de dónde le vienen tal sabiduría y el poder de hacer milagros?” Sabemos que es hijo de un carpintero, y ahí quedó la pregunta que la va respondiendo poco a poco el Evangelio. Pero hay algo que quisiera decir, ¿de dónde le viene la sabiduría? Primero, de lo alto, porque el es hijo de Dios, tiene la naturaleza Divina; pero también esa sabiduría viene de su Papá, como verdadero hombre Jesús recibió la sabiduría, y esta sabiduría consiste especialmente en dos cosas. Todos los escritos rabínicos dicen que un buen papá es aquel que enseña la Torá y que le enseña un oficio de trabajo a su hijo; si no lo hace expone a que su hijo sea un bandido o un ladrón. Díganme si san José no cumplió con esa tarea; él infundió en su hijo, junto con María, esas dos tareas de un buen padre que educa: el acercamiento a la Torá, cuantos pasajes del Evangelio nos hablan de que Jesús iba a la sinagoga, escuchaba la Palabra del Señor, los comentarios proféticos, cantaba los salmos; la sabiduría, Jesús la tiene como hombre, desde la Torá, desde la revelación del Sinaí. Pero también san José cumplió con otra tarea: Jesús era carpintero, aprendió a trabajar, a ganarse la comida y la bebida con el sudor de su frente. Algunos evangelios apócrifos dicen que podemos pensar que Cristo estaba para hacer milagros, dibujan siempre que cuando tenía una necesidad hacia un milagro. San José y Jesús trabajaron, el podía haberlo hecho de otra manera, y lo hizo multiplicando los panes; recuerdan la tentación cuando el demonio le dice “convierte las piedras en pan”, eso es una vida fácil. Podemos pensar que el ideal es no trabajar, estando en una amaca, disfrutando el mar. Ese no es el ideal de un ser humano; es verdad, tenemos que descansar, tiene que descansar el que trabaja, de siete días nada más uno se descansa, esa es la proporción que Dios nos ha mandado. San José es un buen papá, enseñó la Torá y enseño a trabajar a su hijo. “¿De dónde le viene la sabiduría?” Del cielo, pero también cruzó a través de este gran hombre, san José, patriarca de la Iglesia.

Ahí tenemos la fuente para nuestra vida plena, por la voz de Dios: trabajar, trabajar mucho. Estimados seminaristas, el año pasado también les dije esto: hoy la Iglesia, hoy el mundo, pide de nosotros los sacerdotes una gran capacidad de servicio, por eso en nuestro caminar formativo nos ordenan diáconos, servidores. Se fijaron en la primera lectura acerca de Esteban, también se dice que estaban extrañados de su sabiduría, esa sabiduría que le venía a Esteban de trabajar, de servir las mesas, de preocuparse por los pobres; cuando empiezan a acusarlo sus enemigos quedaron desconcertados ya que su rostro parecía el de un ángel, “imponente”, ese rostro le viene a Esteban de la sabiduría Divina, pero también de su experiencia del trabajo, de la preocupación por ayudar a los más pobres. Vamos a pedirle al Señor todos los que estamos aquí, por intercesión de san José, dejarnos educar por él, que aprendamos de él el amor de Dios, y también la responsabilidad de nuestro trabajo. La pereza es la madre de todos los vicios, que ningún sacerdote o seminarista deba ser catalogado como perezoso, sino como servidor. Si queremos tener sabiduría, vamos a trabajar. San José nos explica en cierta medida esa pregunta que se hace la gente acerca de Jesús “¿de dónde le viene tal sabiduría y el poder de hacer milagros?” y no pudieron creer en Él, pero muchos que si, han contemplado su rostro, han creído en Jesús verdadero Dios, pero también verdadero hombre, sus dos naturalezas perfectamente armonizadas. Que Dios bendiga nuestro Seminario que está bajo el patrocinio de san José, para que nuestros seminaristas sean discípulos y misioneros incansables del Evangelio.

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