Con profunda gratitud y un ambiente de alegría compartida, la Arquidiócesis de Monterrey celebró este jueves 8 de agosto, de manera anticipada el 30 aniversario sacerdotal de nueve presbíteros y de Mons. Hilario González García, actual Obispo de Saltillo, quienes recibieron la ordenación en 1995 y han dedicado tres décadas de su vida al servicio de Dios y de la Iglesia.
La Santa Misa, realizada en la Parroquia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, fue presidida por el Arzobispo de Monterrey, Mons. Rogelio Cabrera López, y concelebrada por numerosos sacerdotes, junto a familiares, amigos y fieles de distintas comunidades que quisieron acompañar este significativo momento.
𝐇𝐨𝐦𝐞𝐧𝐚𝐣𝐞𝐚𝐝𝐨𝐬
Los sacerdotes y el obispo que celebraron su aniversario fueron:
Mons. Hilario González García
Pbro. Alberto Javier Pérez González
Pbro. Eduardo Ezequiel Zapata Martínez
Pbro. José Javier Lozano Serrano
Pbro. Ramiro Gerardo González García
Pbro. Sergio De la Cruz Godoy
Pbro. Gerardo Javier Flores Cárdenas
Pbro. Joaquín Sergio González González
Pbro. José Rubén Méndez Ramírez
Pbro. Roberto Rubio Grajeda
𝐔𝐧 𝐦𝐢𝐧𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐠𝐫𝐚𝐭𝐢𝐭𝐮𝐝 𝐲 𝐦𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐚
En su homilía, Mons. Rogelio Cabrera expresó su agradecimiento por la invitación a presidir la Eucaristía, recordando que ha compartido con ellos más de un tercio de su ministerio. Invitó a los sacerdotes a mirar estos 30 años como una historia de salvación, siguiendo la enseñanza de San Juan Pablo II y la exhortación del Papa Francisco a ser “memoriosos” según el libro del Deuteronomio.
El Arzobispo propuso tres pasos para vivir esta memoria:
Preguntar a la propia historia qué ha ocurrido y reconocer los acontecimientos que han marcado el camino.
Reconocer la presencia constante de Dios, incluso en las dificultades.
Confesar que el Señor es el único Dios, reafirmando la fe que sostiene la vocación.
“En medio de las dificultades siempre ha brillado la providencia divina… aunque hubiera momentos oscuros, desagradables o incómodos, podemos reconocer que Dios ha estado allí”, afirmó.
Mons. Cabrera recordó también el llamado evangélico a caminar con Jesús “ligeramente”, renunciando al egoísmo y a proyectos ajenos al plan de Dios, apostando por un futuro que se confía en Él. “La vocación es evangelio y sorpresa… la aceptamos con sus exigencias porque sabemos que habrá un regalo mayor”, señaló, destacando que la verdadera ganancia está en la entrega y la fe.
En este sentido, invitó a los homenajeados a que su renuncia “tenga sentido y valor en Dios” y evocó las enseñanzas de Santo Domingo de Guzmán —oración mariana, predicación y vida austera— como virtudes esenciales para el ministerio sacerdotal.
𝑷𝒂𝒍𝒂𝒃𝒓𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒂𝒈𝒓𝒂𝒅𝒆𝒄𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐
Antes de la bendición final, el Pbro. Eduardo Ezequiel Zapata Martínez dirigió unas palabras a nombre de sus compañeros de ordenación, subrayando que llegar a los 30 años de ministerio ha sido “pura gracia de Dios” y fruto del apoyo de las comunidades que han acompañado su servicio.
“Cuando nos ordenamos éramos un poco más jóvenes y con toda la ilusión… hoy miramos atrás y vemos cómo Dios nos ha sostenido en momentos de alegría y en momentos de cruz”, expresó. También agradeció al Arzobispo Rogelio Cabrera, al Obispo Auxiliar Mons. Heriberto Cavazos y a Mons. Hilario González por su cercanía y ejemplo. Con un tono fraterno, invitó a sus compañeros a cuidar su salud y su espíritu “para que juntos podamos celebrar los 50 años de ministerio”.
Un momento de comunión y esperanza
La celebración concluyó con un ambiente de fraternidad, en el que fieles, familiares y amigos expresaron sus felicitaciones y oraciones por cada sacerdote y por Mons. Hilario. Entre abrazos y muestras de cariño, se renovó el compromiso de seguir sirviendo con entrega, humildad y alegría al pueblo de Dios.
El 30 aniversario sacerdotal de este grupo no solo fue ocasión para celebrar trayectorias personales, sino también para dar gracias por el testimonio de fidelidad y perseverancia que ofrecen a toda la Iglesia.